martes, 21 de marzo de 2023

Es Ella

Ella, que siempre me ha acompañado en todo momento,
que ha sido fruto de inspiración y de desbarajuste de musas,
ha sido incipiente fuente de sabiduría y desgracia al mismo tiempo,
alimentando mi sed de creación y alborotando mi ciencia infusa.

Ella, que ha madurado a mi lado mientras yo crecía,
cambiante como la luna y depresiva como alma en pena, 
pegadiza, escurridiza y efusiva como mi propia esencia,
abrumadora, reivindicativa, adaptativa a cada escena.

Ella, que me ha acariciado la piel como el viento cálido,
también ha hecho desgarrarse cada una de mis heridas,
ha hecho crecer en mi interior mi lado más humano
a la vez que ha estado presente en las noches más frías.

Ella, con quién he pasado los mejores días de mi vida,
y en los peores la elegía para sumergirme entre sus brazos,
me hizo suspirar de amor, sacar mis mejores sonrisas,
me hizo llorar a mares, gritar hasta romperme en mil pedazos. 

Ella, la única que me reconoce entre palabras,
que no salta un acorde sin que suene otra nota,
que sabe cada una de mis desavenidas desgracias,
que comparte conmigo las vivencias y las evoca. 
-bien sean buenas o malas, que importa-.

Ella, no pierde el compás ni la melodía,
puede quedarse callada, pero no le gusta el silencio,
sin escrúpulos o recatada, valiente o rehuida, 
busca desordenar nuestros sentimientos...

-Es un verdadero placer su existencia,
ella es la poesía y la música,
ella: soy yo misma en simbiosis,
bienvenidas sean, porque no soy nada sin ella-.


viernes, 21 de octubre de 2022

Sueños nocturnos

He vuelto a ver el reflejo de mi espejo,

era esbelto, de ojos verdes y pelo enmarañado.

No sabría decir si fue solo un sueño,

o tan solo fue un delirio del pasado.

 

"Su cabello castaño formaba ondas

sobre su frente descubierta.

Su tez no tan pálida como la mía,

conformaba el contraste de armonías.

 

De labios carnosos, de dientes imperfectos

pero de sonrisa indescriptiblemente perfecta.

De nariz pronunciada, lengua juguetona

y mejillas ligeramente sonrojadas.

 

Portaba una barba aterciopelada

que sutilmente recorría su barbilla.

Le rozaba la comisura de los labios

aunque hubiera zonas que no cubría.

 

Y llegan esos ojitos verdes, luminosos,

con sus pestañas largas y azabache.

Una mirada demasiado hipnotizante,

de niño asustado jugando a ser adulto.

 

Tu pupila colisiona con la mía, se dilata,

me sonrojo, pero no lo evito.

Mi mano busca tocar tu rostro, está frío:

el cristal del espejo que nos separa...


Comienza a desmoronarse la pared,

se quiebra y la habitación se inunda.

Ya no sé nadar, me quedo quieta,

el cristal me corta y el agua me ahoga.


El aire se me escapa,

cierro los ojos, veo los tuyos..."

- y despierto de golpe, desorientada

miro el espejo, no pasa nada-.

jueves, 7 de octubre de 2021

TIC-TAC

Hablemos de la pura pasión de ver por la ventana la ría y recorrerla con los dedos como si de un juego se tratara. La pura pasión desde la misma ventana, donde la luz juguetea con los cristales y las cortinas, llegando a rellenar mi cama de rayos solares. Hablemos pero sin hablar de nada, nos basta quizás una mirada y entender cada palabra que los labios no se atreven a decir y el corazón mientras tanto, amordazado tras la espalda. Cruza los dedos, para que no llueva en la ventana, para poder subir la persiana y que las gotas del rocío no empañen el cristal. La retina, la pupila cristalina donde te reflejas, es esa ventana de la que hablo. ¿Por qué no puedo cerrar lo ojos sin ver los tuyos primero? Que parecen un espejo roto y quizás por eso tengo tan mala suerte. Esto se me escapa de las manos. Los sentidos me han dejado a la deriva, se han hundido los remos y ya no hay manera de avanzar. Agua estancada en los ojos, el mar. ¿Qué más puedo hacer si me he olvidado de nadar en abierto? Si solo recuerdo bucear por tus venas pensando así que llegaría a tu alma. Me he perdido en tu marrón ocular. Esa pura pasión de vernos, pero no poder hacer nada más. Es lo único que me queda. El mar, para recordar que nada es eterno y que los deseos, a veces, no se hacen realidad. He frotado la lámpara de Aladín tantas veces, que el genio ya no me quiere hablar. Se fundió la bombilla de las ideas y tampoco tengo electricidad en la máquina que bombea mi sangre. Noto calambres en la mano y suena el reloj con su tic tac. Supongamos que el tiempo es el único que no cambia, supongamos que tú has cambiado y yo he cambiado y ya no hay marcha atrás.

Quizás así sea mejor. Quizás esto se acabó. 

domingo, 29 de agosto de 2021

Nada

Ya no me creo nada. No creo en las miradas cómplices, ni en los amores a primera vista. No creo en las caricias mudas de pupilas absortas en retinas que me buscan. No creo en las sonrisas tontas, ni en mensajes de madrugada. Ni en llamadas interminables, ni siquiera en el maldito juego de a ver quién va ser quien cuelgue primero. No creo en la aceleración del corazón, ni tampoco en la tentación de unos labios que no me digan primero te amo. No creo en guiños de párpados cerrados, ni en maniquís que maquillan sus propias palabras. Ni bocas que mienten y después se callan. No creo en el amor. No creo en nada. Me he vuelto agnóstica de sentimientos vacíos, de camas desechas sin desayuno por la mañana, de portazos a media noche, de sudar con otro lo que no puedo sudar contigo. Estoy cansada de siempre lo mismo. 


Ya no creo en el destino, ni en los cuentos de hadas. Simplemente, no creo en nada. 

jueves, 13 de mayo de 2021

Tengo hambre

Tengo hambre, pero no tanto como necesidad biológica sino como ese que te entra a veces cuando mueres de ganas por deborarte el mundo. Mi estómago ya no aguanta más, porque las mariposas que revolotean dentro de él se han levantado en motín, quieren salir. Tengo muchas ganas de comerte, pedazo a pedazo el alma o de comerte a besos, morderte el labio, devorar tu ser si pudiese. Pero siempre tropezamos con los peros, y entre tanto, espero un aviso de emergencia. Dime al menos si sucederá más tarde que pronto, o pronto nos veremos cara a cara y yo podré mirarte a los ojos sin sonrojarme. Es que no se nota ya que mi pupila se dilata cuando te tengo en frente. Suenan las sirenas cuando sin querer mi mano roza la tuya, y no siendo demasiado de contacto, se me eriza la piel, se me desvoca el corazón y es tal calambrazo que quiero pegarme más a ti. Maldito abismo que separa centímetros de labio a labio, y yo solo quisiera hacer funambulismo por el hilo verde que nos cose los silencios tan incómodos. ¿Quién soy yo para romperlo, si lo que diré te hará más daño del que pueda llegar a remediar con caricias? Joder, pero menudo dolor de cabeza, creo que lo que me he tragado me ha provocado una indigestión. Me mata tu cercana lejanía, mis labios más bien cerrados por costumbre y los oídos abiertos para escuchar tu voz hablándome de otra. ¿Cómo por impaciente, puedo calmar el ansia, callar mis entrañas y esperar de forma paciente?  No alcanzo a entender el por qué dejo siempre que se escape el amor por la ventana, sin recordar pasar el pestillo a la maldita puerta, porque sin darme cuenta, pasó el tren demasiado deprisa y yo cargaba demasiadas maletas. Mira lo que pesan, que por haber decidido tragarme mis palabras, en vez de comerte a ti empezando por tu maravillosa cabeza, ahora cargo piedras a la espalda y llevo conmigo una cremallera que se cierra si tú estas cerca. Me arrepiento, no lo niego. Ahora me repiten los sentimientos que en su momento guardé en las tripas y de tanto repetirlos estoy empezando a morir de hambre por el regusto que me dejan. Dicen que de amor no se muere nadie, pero de hambre sí. Pero tú, eres como el antojo de madrugada, que busco somnolienta en la almohada y solo queda su apariencia, pero como siempre lo onírico me engaña. El ápice de agua en el desierto, cuando deshidratada, dejas correr los oasis que crea tu esperanza, pero en realidad no hay nada. Pareces el vino tinto más astringente creado en el planeta, que sin probarlo siquiera, dejas tu aroma impregnado en boca pero al tragar me arde la garganta, pero no me queda otra, que calmar las ganas y dejar que el tiempo corra. 

miércoles, 31 de marzo de 2021

Anónimamente hablando

Nuevamente, me encuentro hablando con la luna mientras se consume el cigarrillo en el cenicero. El humo tintinea y juega dibujando nubes en el cielo. He vuelto a pensar en ti, absurdo de mis recuerdos pasados, que vuelven a resurgir de entre las cenizas que genero. Duro semblante tengo, al recordar aquel momento. 

Fue bonito mientras duró, quise conocerte mucho más de lo que yo me conocía, claro que era consciente de que no funcionaría. Quizás porque sabía lo que me esperaba si no aprendía a tratarme como una dama. Cuando te decía te quiero, sin pensar primero en mí, porque no me amaba. 

Mi corazón palpitaba desbocado cuando al verte sonreías, tu mirada se quedaba prendida en la mía, cómo iba a pensar que la oscuridad iba a ganarme la partida. Debía aceptar la soledad para valorar tu compañía.

Eran privilegiadas tus caricias, las madrugadas tras el cristal de nuestras pupilas. Contemplar la desnudez de tu alma al otro lado de la almohada, con las pestañas descansando en tus mejillas. Pero el frío del lado de tu lado de la cama, pronto se convirtió en escarcha derretida. 

Nunca pensé en el abismo infinito que llegaría, cuando no estuviésemos cerca el uno del otro, ni tan si quiera de pasar de milímetros labio a labio, o los centímetros cuadrados de nuestra cama... A kilómetros estando justo al lado.

P. D.: ¿De quién estoy hablando...?

lunes, 15 de marzo de 2021

Indefinible...

Quizás, el amor propio no es más que, caminar hasta que tus palabras sean caricias eternas… Debiera ser un camino turbulento y oscuro más que un camino de rosas, con sus espinas y cicatrices también. Que no existe el camino, se hace camino al andar y todo lo recorrido valdrá la pena cuando estés por llegar, por eso mismo es bueno caer. Y es así cómo se vive en el mundo real, aunque tropecemos con las piedras la clave es avanzar. No falles, no grites, no llores te dirán, pero es tan justo como sonreír cuando te sientes eficaz. Lloro si quiero y gritaré si lo necesito, inventaré un pañuelo de lágrimas para no volver a repetirlo. Se fuerte y no te dejes tumbar, miento, cáete del esfuerzo porque el objetivo está a punto de llegar. Me incomoda ser débil pero es algo de la humanidad, necesitamos, de vez en cuando, tropezar un par de veces, encajar el zapato en el asfalto o estampar la cara en la tierra húmeda para que nuestras rodillas vuelvan a funcionar. Si tienes un camino fácil, no deberías parar, pero si aún fuera difícil aún menos te quedes atrás. Sigue por tu cuenta, sigue tu intuición, que tu meta está por llegar a la vuelta de una esquina y si no creen en ti, qué más da. La única que tiene capacidad para juzgarte eres tú misma. Adelante, deja atrás a quién sea, si no te merece. Corre, salta y vuela. Pero nunca tumbes lo que de verdad te hace ser tú. Tu personalidad, tu forma de ser y de respirar. Que vida solo hay una y nada más. De qué te vale apenarte por los demás, si no te dan la oportunidad de explicar tus pensamientos suicidas. Si derrochas energía donde ni se preocupan por tranquilizar tu ira o tu tristeza. No te dejes embaucar por aduladores de poca monta que solo quieren verte fallar. Maldita estratagema barata, porque saben que eres fuerte y saldrás de eso sin su ayuda. Claro que saldrás, porque estás acostumbrada a ganar aunque te toque perder. Porque el aprendizaje de verdad se demuestra cuando ya no tienes nada más que problemas, y aún así te quedan ganas de madrugar cada mañana, por muy mal que duermas, te levantas con una sonrisa y dices: Vamos a intentarlo una vez más.